RECITALES Y ARTÍCULOS

miércoles, 28 de febrero de 2018

ACOSO

                                     

Cuando escribía… “papá mamá
espero que algún día
podáis odiarme un poquito menos…”
Las siluetas de las hienas con mochila
prendían ya la plaza con luna
de su corazón
Poco a poco le fueron llenando
de arena la garganta  
y mudas de miedo 
no le subían las palabras
Era la sirena del recreo  
el aullido de los depredadores
Algún preludio había en el roce
al atravesar el pequeño
pasillo infinito de las aulas
En el patio   
en los vestuarios  
rodeándole       
le asestaban tan certeras
y afiladas sílabas
que le iban haciendo un siete
en el suave terciopelo del corazón :
soso    empollón de mierda    maricón   
andas raro…
Y cómo te proteges  cómo
si tu guardaespaldas aún
es el muñeco amarillo de los Lunnis
cómo se planta cara
a pequeños grandes monstruos
si  no te deja el miedo ni silbar
cómo
si hasta en el cielo de la noche
las estrellas que pinta el sueño
tan sólo son  asteriscos
Diego era de sensible
como el viento si sangrara al pasar  
por entre los rosales
Vulnerable como una manzana desnuda
Tan dulce como ese beso de madre
volando desde una ventana
Inocente como  un ternero
viajando feliz
rumbo matarife
Bello  y tímido
como un corzo hambriento
bajando a pacer como un perro
contenedores
Y tierno
como el regazo
de una falda mojada
de sollozos de niña
Cuando escribía…”no hay otra manera
para no ir al colegio…”
las hienas con mochila
ya abandonaban
la plaza con luna en llamas
de su corazón
Y cuando rubricó la nota
sin zapatillas
corrió y corrió
hacia la luz del olvido
hacia nunca más sufrir
                      ©Rubén Lapuente


jueves, 22 de febrero de 2018

VINO DEL MAR


 Sumergido.
Encerrado como una
perla púrpura
en su ostra de cristal
Empapándose de brisa marina.
Mimetizando a su alrededor sus sueños  
en racimos de uva agraz de viñas 
de coral de terciopelo. 
Mudando su piel en escamas
de antiguas vasijas náufragas,
crece y crece este vino
de sangre de cereza
que atraviesa la pena,
que hiende lo que te hiere.
Dulce vino de vida
y gozo y olvido siempre
que enardece deseos dormidos
Estibado en la bodega
de su náufraga batea
Rescatado como pecio de topacio
del vaivén  del regazo marino,
ya le ciñen un nombre
a su redonda cadera de cristal
de sirena varada…

Ya arriban a puerto
los pescadores
¡Ya vuelven de vendimiar en la mar!
                    ©Rubén Lapuente
              
    Bodega  Crusoe treasure  Plentzia, Bizkaia
    (crianza en botella bajo el mar)


viernes, 16 de febrero de 2018

EL DEDO CORAZÓN

                                     
                         
No te engañes.
Esa manecita sin tiempo
que se asoma
a la rueda de la vida
como una azucena
no te salva.
Se aferra al rumor
lento y espeso
de tu sangre:
Necesita ese dedo corazón.
 Me da vida, dirás.
El verla crecer
quizá te haga ganar
tiempo a la muerte.
Pero, a ti no te salva.
Tú, que estás, solo, sola,
quizá un día en una cansada
casa grande llena
de paredes sin recuerdos…
esa tierna mano no es la tuya.
No la tienes.
No comprarías una
con palma y dorso
que te diera las caricias
Que fuera el bastón de tu torpeza
La gasa limpia de tu llaga
Una mano de esas
de andén o del puerto
de las que se quedan
siempre a lo lejos
como una bandera
al viento esperándote
Una mano
que una noche corriera
la sábana blanca
de tu último sueño?

Hay una soldado
de la edad dorada
que me trae a la noche
entre jirones de soledad
y ternura muriéndose
desdenes hirientes…

 “… ¿Sabes?
Le he llamado hoy a su hijo,
corriendo, y me ha dicho
que todavía no podía venir.
Perdone, pero se está muriendo
su madre, le espeté…
No ha llegado a tiempo.
Y como un bebé me ha cogido
el dedo corazón…”

Que no te engañen.
Que no te olviden.
            ©Rubén Lapuente

domingo, 11 de febrero de 2018

LOS PAISAJES DEL RIOJA


                                   
¿Te gustó el vino que labré
grano a grano de mi viñedo?
¿Lo saboreaste como yo te dije
recordando su paisaje?
Pero no sólo de aquel que viste
desde el altozano, al final del estío,
cuando las vides, colmadas
de racimos de uva, desfilaban
vanidosas sus collares
de pequeños soles de negra lumbre:
el que tenía la sangre
cansada de belleza;
sino también del otro olvidado :
aquel del frío invierno,  
cuando las desnudas cepas
se retorcían centinelas
de vacíos odres que la nieve lavaba,
con esa soledad y angustia
de la que sólo pueden salir
curvados sueños
de náufragas duelas de vino:
granadas añadas de rojo terciopelo…
¿Y si lo retuviste un momento
en el cuenco de tu boca,
le sumergiste además
de su almazuela de coral de otoño, 
la infinita soledad helada
de su corazón dormido
bajo las cepas?
 ¿Te acordaste?
                    ©Rubén Lapuente

miércoles, 7 de febrero de 2018

CIERVO

                 
       La vida es ciervo herido que las flechas le dan alas (Góngora)
                    
               (Berrea)

Brama su sexo candente
Lo oigo desde casa
lo oímos
Si el otoño soñara
sería con este hermoso ciervo
altivo  mascarón
voceando en los calveros
su profundo y enorme
deseo insatisfecho
Lo oigo desde casa
lo oímos
Y mi mujer bromea conmigo:
¿Eres tú cariño?

          (Sexo)

Tras los pinos
le veo cercar su ardiente
establo
Le basta un hilo de olor
de su tierra orinada
Dentro
un harén de hembras
mira el calendario
en el cambiante color
de las hojas
bajo sus pezuñas
No sienten
si ganará o no
el combate
enredado en otras cuernas
(no he visto grabado
en un árbol
ningún corazón  
atravesado
por una flecha)
que sólo desean
que apremia el tiempo
que las cubra
deprisa
un pálpito de carne
en el crepúsculo

          
   (Premonición)

Desmogado
Agazapado en su yacija
de sueño tembloroso
al mirar a su alrededor
le empezará a nacer
una angustiosa memoria
de ausentes
Bastará el eco
de un lejano estampido
para aterrado
confundirse
hasta en la mimesis
del color de su piel
con el decorado
de la pared del fondo
que le esconde
  
        (Muerte)

Con todo el frío del miedo
en las venas
Como un manojo de nervios
Con hambre de hambre
Sin la espesura
bajó al pueblo a ramonear
contenedores
Acorralado por sí mismo
en el puente
mis aspavientos
le hicieron creer
que era yo su verdugo
Por un momento pensé
         que iba a desplegar las alas

                       ©Rubén Lapuente
                     (Villoslada de Cameros)