Ves aparecer su
manecita abierta y no es precisamente para pedir monedas de lluvia de limosna
que para eso está ese señor que trabaja de pobre todos los días en el zaguán de
la puerta de la Iglesia.
“¿Cuándo es la hora?
¿Cuándo nos toca?” dice mirando hacia la penumbra fresca de la parroquia, hoy
nerviosa.
El benjamín se
estrena como cofrade niño. Es su primera Semana Santa. Sólo los niños cuando
sueñan dormidos continúan la vida y él aún no sabe que cuatrocientas veces en
cuatrocientos años la fe de sus mayores ha punzado ya en su espalda memorias de
primavera, de música de tambores y cornetas, de bullicio, de mágica luna de
parasceve…
Ansia oír: “Señores,
todos por igual, valientes. Al cielo con él”
Hoy no estrenará
lágrimas su vela encendida. No habrá tachuelas de cera por las oreadas callejas.
No se mecerá el Nazareno en alas de alguna saeta rota. No soltará el trono
amarras como una goleta encallada mirando las enfadadas olas…Que en el charco
del cuenco de su mano redobla aún el tambor de la lluvia.
Oh demudado
capirote. Oh pequeño cofrade del llanto que no quiere consuelo, que no quiere
acabar de llorar…
“¿Cuándo es la hora?
¿Cuándo nos toca?”
Rubén Lapuente
Berriatúa
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