Con las
hojas ardiendo
virgen
ebria de vino
sube mi
enredadera
Por el
muro de piedra
teje una colcha
de
soles cansados
de su
melancolía
Y ni se
detiene
ni
tiembla
en
noches
de
siluetas de lobos
que
atraviesan la luna
Mientras
aguardo
que
tome mi ventana
sueño
que se
me arrolla
que se
me planta
en la
boca
con el
primer mosto
de su
racimo
de
carne de
hembra
Ya
lejos del vértigo
De lo
eterno que la empuja
¡Ay si
me bastaran
las
sobras de
tanto abrazo
para
quererla!
¡Corre
granada colcha de guedejas!
Aunque
no tengas más fuego
en las
mejillas
¡Corre!
¡Trenza
brandales de viento
hasta
mi alféizar!
Antes
que el acero del otoño
te
enfríe los muslos
Antes
que haces de rocío
te
rompan las manos
¡Corre!
¡Yo sé
cómo desnudarte la belleza!
Aquí
entre las sábanas
te
espero
Oh virgen
parra
¡Mi
amante enredadera!
©Rubén Lapuente Berriatúa
El
Rasillo de Cameros (La Rioja)
El otoño se viste de aromas y colores de lujuria que roban el sueño para soñar despiertos abrazados a la vida. Así ocurre con tus versos que trepan como enredadera por los muros del alma.
ResponderEliminarSalud.
Del alma y del muro de mi casa que parece un Romeo y yo Julieta.
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