RECITALES Y ARTÍCULOS

sábado, 28 de noviembre de 2020

LA FLOR DE LA HIGUERA


                              Lo que me duele lo hago rápido

Lo miro todo de soslayo

Y doy la temida última vuelta

de cerradura a la casa de mis padres

cerrada por la muerte

Yo quería salir deprisa

de ese silencio insoportable

pero sobre la tapia del patio

de la casa al volverme

se asomaba la dulzura de mi infancia

 ¡Ay! ¡Mi higuera!

Aquella noche de San Juan

subida yo a sus ramas

Quien arrancara su flor

que nacía y moría

eterna en un instante

sería por siempre feliz

Leyenda que me creía

a pies juntillas

¡Ay!  Esa noche

en la espesura

bajo ese olor grave

asfixiante

me moría de inquietud

Y al encenderse las hogueras

se prendió la higuera

(o era en mis ojos)

de fugaces luciérnagas

Aparecía y desaparecía

en cada brote

la oculta flor efímera

Pero no me dio tiempo

a atraparla en mi puñito de luz

¡Ay! ¡Mi higuera!

 

Entré otra vez en la casa

Ahora sí oía respirar a alguien

Y como aquella noche de San Juan

me subí a su enramada

a su profunda dulzura

Y bajo ese olor grave

comencé a aspirarla  

a jadearla

a asfixiarme dentro…

La bocina del coche llamándome

me hizo despertar

dudar  bajar deprisa…

 

De vuelta

al verme llegar Rubén

le evitaba la mirada…

 

ni me venía la voz”

                             Vitigudino (Salamanca)

©Rubén Lapuente Berriatúa

2 comentarios:

  1. La memoria queda prendida a las cosas; decía Stevenson que las mejores de sus lecturas lo fueron porque le evocaban el ambiente y las circunstancias en que las disfrutó. La vida no la compartimos sólo con los seres queridos, o ellos llenan de luz la fotografía de los afectos de cuanto nos rodea.

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  2. Hay escenas que jamas se borraran
    de nuestra memoria, parecería que
    se tatúan en nuestro interior, un
    gusto apreciar tus letras.

    Besitos dulces

    Siby

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