RECITALES Y ARTÍCULOS

domingo, 2 de abril de 2023

LA BORRIQUILLA

 


Todo empieza con esa antigua claridad que no cede su sitio. Sí, es la luz de la infancia. La del sol de domingo en la carita recién lavada. Niño siempre en este día de ramos que vuelve y vuelve con los mismos ojos: el tiempo se ha quedado a esperarte bajo los soportales. Nada cambia. Lo único es ese enjambre de móviles sobre las cabezas, tan pendientes del encuadre, que supongo les será difícil despertar toda la emoción de los sentidos… ¡Qué época ésta! Ir a buscar luego la memoria en un frágil rincón de una falsa nube en un invisible cielo de cristal, cuando el sitio de cada uno de esos momentos mágicos debería estar, y bien guardado, en nuestra íntima plazuela con su primigenia luz. Que este Domingo de Ramos luminoso necesita todos los sentidos, que somos los logroñeses quienes encuadernamos esta nueva humilde página de nuestra historia, y hemos de aprender a andar y a ver y a sentir entre este fervor bullicioso de corazones, aunque el credo lo tengamos polvoriento.

 

Humilde, a lomos de una borriquilla, Jesús entra triunfal en Jerusalén o en este Logroño de bares, de alegría campechana, de nobleza. Un Platero en la era del patinete eléctrico, y no desentona caminando por las viejas calles a riendas de Jesús que pronto morirá al caer la tarde en la encrucijada de sus dos maderos…

Aquí he estado yo con mi palma, con mi rama de olivo, de laurel, con el tintineo en el vaivén del entrechocar de monedas de oro de chocolate con el de un sinfín de golosinas, esperando una señal para calmar las dulces olas de saliva de mi boca infantil. Cómo olvidarlo, si nos concedían los deseos con cuentagotas, si la brisa de una chuchería se nos colaba hasta por el oculto bisel de los blancos sueños…

Y día de estrenos, de no ofender a la tradición. Que estamos cosidos con hilos de memoria. Enfundándome unos nuevos calcetines con rayas blancas y rojas, que sean mí escondido talismán que dé un empujoncito este año al Logroñés, pero para que no baje al pozo de los infiernos.

Y déjate envolver por la infancia de esos niños, quizás recuperes la tuya en ese bosque de ramos, de ecos de bandas de tambores y cornetas, de luz de domingo mágico, o no sientas nada especial, pero aun así, no te vayas muy lejos de este bullicio, de esta belleza de pueblo rozándote, que puedes encontrar, recoger, llevarte a casa alguna respuesta cuando veas entre la muchedumbre la humildad y belleza de este paso: Jesús a lomos de una borriquilla: Un hombre que lleva la pureza de quien no se engaña, la parábola eterna de un sublevado, amor sin nada a cambio, ofreciendo a su enemigo si le golpean en una mejilla: la otra, desarmada, desnuda; y nazca ahí, para ti, sólo un hombre inocente, que aún no sabe que va a empezar a morir para que tú no mueras.

Mi niño antiguo se pierde luego conmigo por las calles. Hacemos una parada en un bar de la Laurel. Le pido un mosto y me da la aceituna, como siempre.             

Rubén Lapuente Berriatúa

publicado hoy 02/04/2023  en el diario La Rioja

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