RECITALES Y ARTÍCULOS

martes, 29 de octubre de 2019

PARRA VIRGEN



Con las hojas ardiendo
virgen ebria de vino
sube mi enredadera

Por el muro de piedra
teje una colcha
de soles cansados
de su melancolía

Y ni se detiene
ni tiembla
en noches
de siluetas de lobos
que atraviesan la luna

Mientras aguardo
que tome mi ventana
sueño
que se me arrolla
que se me planta
en la boca
con el primer mosto
de su racimo
de carne de hembra
Ya lejos del vértigo
De lo eterno que la empuja

¡Ay si me bastaran
las sobras de tanto abrazo
para quererla!

¡Corre granada colcha de guedejas!
Aunque no tengas más fuego
en las mejillas
¡Corre!
¡Trenza brandales de viento
hasta mi alféizar!
Antes que el acero del otoño
te enfríe los muslos
Antes que haces de rocío
te rompan las manos
¡Corre!
¡Yo sé cómo desnudarte la belleza!
Aquí entre las sábanas
te espero
Oh virgen parra

¡Mi amante enredadera!
          ©Rubén Lapuente Berriatúa
             El Rasillo de Cameros (La Rioja)

jueves, 17 de octubre de 2019

ABLACIÓN


“De repente, Rubén, el corazón no sabe calmarse. No te habla bajito. Parece dentro del pecho un potro sin domar,  una campana con toque de arrebato cabeceándote en la oscuridad, una vieja máquina dando sus últimos coletazos.
Da igual caminando, que soñando de madrugada, que feliz en un bar. De pronto se pone a saltar, a golpearte. Y pones la mano en el pecho, asustado, como cuando lo sujetabas de niño del miedo…
Y de pronto el corazón detiene su locura, se acuesta, se olvida de vocear, te ignora. Y vives cada minuto con el acecho de su sombra, con el terror de su vuelta…
Y el médico te habla de la ablación, que al oírlo te sorprende, te suena a otra cosa “¿eso no es capar los genitales femeninos?”  Y, no. Se sonríe. Te dice que también es entrar en las venas, subir por el rio de la sangre con un bajel pirata que asalte ese amotinado camarote del corazón. Abordarlo para quemarlo, tacharlo: cegar esa sublevada habitación del pánico que relampaguea.
Ahora con bozal de gañidos me han calibrado la brújula del corazón. Supongo que ya dejará de perder el norte, pero qué difícil, Rubén, volver a ser el mismo cuando la vida te asesta esta sonora puñalada. Difícil dejar de pensar en ese tambor cuando lo oyes en el silencio de todas las noches. Y sí, el tiempo te alcanza, empieza a existir para uno y mucho más deprisa. Ahora me parece que todos los meses, las hojas del calendario en la pared  son de otoño, son amarillas…
La vida es un viaje hacia el cansancio, pero habrá que aprender de nuevo a vivir, aparcar el miedo, ser el mismo por lo menos de puertas a fuera, que nadie te note nunca nada. Que en realidad no pasa gran cosa, que un día, como a todos, se nos parará el corazón”.
        ©Rubén Lapuente Berriatúa


miércoles, 9 de octubre de 2019

AQUÍ QUEREMOS VIVIR



Aquí queremos vivir.
Y tú no nos echas.
El viernes fueron cinco minutos.
Dejamos la miel, el tractor,
la huerta, la masa madre,
la escoba de esparto,
el banco de madera,
los versos a medias…
Ni cerramos la puerta,
que donde todo
es de todos, los ladrones
no se gradúan.
Todos parados
en un gran silencio
redoblado
por nuestra fiel campana.
No somos muchos
pero estamos juntos.
Nos conocemos todos.
Y nos vemos
la tristeza, el dolor,
el fulgor en los ojos,
la rabia también
por cada nueva ausencia…
Cinco minutos
para que mañana
el Leviatán
ponga olor a pupitre,
a farmacia;
ponga una sirena de ambulancia
con el motor en marcha;
pase por sobre nuestra
secreta tormenta
el fonendo de un galeno;
ponga un desfibrilador a mano;
un autobús de ida y vuelta;
un panadero con su panadera;
una manzana de casas olvidadas,
con las llaves, bajo el felpudo,
ya oxidadas;
una cinta ancha al mundo
atada a cada antena…
Y que no son limosnas.
Que son nuestros derechos.
¿O para ello hemos
de vivir en un rascacielos?
Luego, pondremos
la imaginación, el trabajo,
el alboroto de los días azules
con nuevos niños y niñas…
El viernes sólo fueron
cinco minutos. Todos
parados con un gran silencio
redoblado
por nuestra fiel campana.

Quizá no haciendo nada,
callados cinco minutos,
le interrumpimos la vida plácida,
y ladeó la cabeza…
Quizá, pronto se baje
a este andén sin trenes
de la España vaciada…

Si, aquí queremos vivir.
¡Y tú no nos echas!
            ©Rubén Lapuente Berriatúa
Publicado en el diario La Rioja y en el digital nuevecuatrouno el 6/10/2019