Veo a mi hijo
girar su caleidoscopio.
Esa pequeña esfera
tornasolada.
Esa mina de inagotable veta
de estrellas.
Un babel de luceros
estarán engarzándose,
rompiendo
flores de luciérnagas
en labios de cristal,
navegando bajo
bengalas de colores
en un mar girasol
de eternos guiños de luces…
Y en cada vuelta
todo por descubrir.
Nunca el mismo dibujo.
Nunca dos iguales.
Y no tiene el tiempo
tiempo
para ver toda la belleza
la magia
de tanto tornasol
inacabable.
¡Mira, mira éste!
Y ya hay otro:
Almunia de colores
Limos de zafiros con topacios
Y perlas y amatistas
con rubíes y diamantes
eternamente cambiando…
Veo a mi hijo
como un pedacito de ese vitral
en ese pozo de la existencia…
dulce álabe cayendo
conmigo…
¡Mira mira…!
Y desapareciendo
para siempre
©Rubén Lapuente Berriatúa