No sé de qué oculto
rincón
mío sale el perfume
de esta vieja
melodía
a la que ni los
zarpazos del tiempo
le ha rayado la voz.
Y cuando le viene
bien
sin avisarme
toma dulcemente mi
garganta.
No sabes cuantos
días
me viene el
murmullo
de esa canción
bajando las
escaleras,
y más ahora
desde que se murió
Joan…
Siente, siente…
…Olvida el mundo conmigo…
o mirando a esas
muchachas
bajo los soportales
cruzándose conmigo
temprano
camino del trabajo
me musita dentro…
Fuego, fuego
para perder estribos
y acurrucarse luego…
o la tarareo alguna
vez
a media mañana
en el lento sorbo
de la tregua
que me da el café…
Tuyo, tuyo
Y ciego entre tus dientes
por donde me destruyo…
Y siempre la oigo
tardío
como si no
coincidiera
mi susurro con el
de esa
eterna joven
intrusa
que parece amarrada
al palo mayor de
mis huesos.
Como un huésped la
tengo.
Y la verdad es que
hermosea
mi íntima casa.
A la noche me deja
en paz.
Se me calla porque
sabe que…
quiero hallar bajo mi peso
terciopelo ardiente...
Y es entonces cuando
se hace mía.
©Rubén Lapuente
Berriatúa
Terciopelo ardiente