Para mi niño los playmobil tienen todos sordera. Y sobre ellos balbucea su arenga mojada en su bebible saliva.
Luego los acerca al oído. Arruga
la frente, junta las cejas,
escuchando sus señas. Y asiente
sereno con la cabeza…
Le faltaba capitanear al que
dispara en el agua balas de burbujas. Y ha dejado un vaivén desierto en la
pecera.
Con malabares, se ha llevado al
saltimbanqui a su alfombra de batalla. Del pobre pez cree que su barboteo y sus
coletazos son de piraña en tierra, de esbirro de armadura de plata.
Y le registra bajo las escamas el
botón que lanza chorros
de granadas…Pero el pez no sabe
cerrar los ojos, se va apagando como en el jazz una baqueta con escobilla. Y el
niño lo agita, lo agita…, toca su índice dos veces la torpeza, tres la paz de
la parca…Algo ha hecho de malo cuando vuelve a dejar un vaivén en calma en
la pecera.
Sólo para mí, que le espío tras
la puerta, todo es inocencia,
risa reprimida, deleite, hornacina
para mi memoria : como ese viejo frío botellín de Mirinda, a media noche, en mi
tierna mejilla dormida.
©Rubén Lapuente Berriatúa
"Como en el jazz una baqueta con escobilla" qué maravilla Rubén, me alegra haber aparecido por tu blog, un abrazo, te sigo. : )
ResponderEliminarEl sonido de esa larga agonía de los peces fuera del agua se parece a esa baqueta con escobilla que se va apagando al final de una canción de jazz. Gracias por pasarte por aquí.
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