RECITALES Y ARTÍCULOS

domingo, 27 de julio de 2025

QUE VIENE EL LOBO

 


 A la tierra, esa peonza girando del tirón de zumbel de nuestro rubiales sol, le trae sin cuidado saber qué pasajeros lleva, qué especie ha sobrevivido. Eso es cosa de los dioses, de darle justo aliento al barro. Pero hubo uno, mitad pandillero mitad patricio, que echó a la arcilla una bocanada de sangre agria. Y le salió lo que le salió: un hermoso lobezno de peluche primero, pero al que ya se le adivinaba esa lejana mirada de aviso, de amarga miel. Y se preñaron las sierras de aullidos.

Pero al triunfador no le gustaba que ese perro sin escuela solo libre se quisiera. Que no le lamiera la mano. Que paseara por los montes el eterno pecado de aparecerse en la garganta de una oveja. Pero ¿qué esperaba de un animal carnicero? ¿Quién en su casa echa a dormir en el cubil del gato a su tierno pajarillo?

Y como los rediles no se hacen del viento, como la veleta del espantajo no tiene estudios de pastor, como los mastines aun no son veganos, en camarillas de bar urdieron un plan siniestro, dejando por los caminos una dulce carnada mortal. Y en aras del beneficio, como si no tuviera derecho a existir en su medio natural, casi eliminan su misterioso aullido. Hasta que a lomos de la misericordia de un decreto volvió a su refugio de estrellas, volvió a recortar en el último ocaso del horizonte su eterna silueta.  

Venía de guardián de los tesoros de Apolo en el Parnaso. Venía nada menos que de amamantar y criar a los gemelos Rómulo y Remo fundadores de Roma. Y la Caperucita Roja de Perraut y de los hermanos Grimm, le hicieron un flaco favor feroz. Y después, otros, en infinidad de cuentos, novelas y películas, lo iban paseando de sanguinario licántropo bajo la luna llena.

El lobo y la loba se aman hasta la muerte. Son fuertes, nobles, inteligentes, solidarios. Su manada es una escuela de vida. Y en su peregrinar por la sierra, los ejemplares más viejos y enfermos van los primeros, para no acabar rezagados y perderse. Sí, los más fuertes, caminan por detrás al ritmo de ese digno y respetado cansancio de sus mayores.

Ahora que se ha vuelto a abrir la veda, pronto olfatearán el escalofrío de sentirse viviendo acorralados dentro de la cruel cruz de una mirilla.

 Cuando me piden mis niños que les lea un cuento, donde dice lobo feroz o que viene el lobo, lo cambio por político corrupto o ruin banquero. Y canturreamos lo de que había una vez un lobito bueno al que maltrataban todos los corderos…

 Desmitificarlo como animal sanguinario con la leyenda negra y falsa que aún subsiste, es una tarea difícil de ganar.  

¿Y si hay dinero para despegar los miles de chicles pegados al suelo, no lo va a haber y con creces para convivir con las dentelladas del lobo?

Dejémosle existir en su estado natural. Dejémosle aullando en la noche su pureza, o quizá su gañido sea una pregunta a su dios amargo, la misma que le hacemos nosotros al silencio del nuestro: el por qué estamos aquí, bajo tantas luces.

Rubén Lapuente Berriatúa        publicado en el diario La Rioja