RECITALES Y ARTÍCULOS

martes, 19 de mayo de 2020

SOLDADOS DE LA EDAD DORADA


La vida no es una batalla con el tiempo, van de la mano, aunque ya sepamos, quien, siempre, ganará al final el combate. Aun así, cuántas mujeres conozco que se han alistado como soldados de la edad dorada en Residencias, y antes, mucho antes del estrago de esta alimaña ciega e invisible que se ceba con la edad casi vencida. Se llaman, Carmen, Yolanda, Lara, Ascen, Elena, Mildren…, casi siempre mujeres.
  Y tan sólo quieren creer ganar una batalla perdida porque saben que la vida no es una guerra con el tiempo, que van de la mano.
 De madrugada, están las primeras levantando heridos, y a los muy malheridos, a esos que miran a lo lejos lo recóndito, sólo les rozan, un momento, al pasar, la mejilla.
Y son las mejores samaritanas del adiós. Saben que quien se apaga lentamente, sólo desea que alguien le tome de la mano, y se ofrecen a darle un último pequeño abrazo, si quien le vela tan sólo son las cuatro frías paredes, si los que están en el trajín de la vida, en sus asuntos, se retrasan un poco.
Cuando regresan a la noche, sobre la cama cruzada por el arco de una espalda que estampa su diaria fatiga, les dirán a su amor, a su confidente, que no sirven para esto, que no saben evitar enamorarse de esas miradas, que les duele luego tanto perderlas, y es tan frecuente, tan deprisa…
Les dirán, que desde hace un tiempo, desde altos ventanales, ya les cronometran el cariño, que han puesto precio a la brizna diaria de ternura, que esto no debería ser un negocio, que lo tienen decidido, que van a desertar mañana…
Y quién no les pondría la palma de la mano en la boca, quién, si son un tesoro de carne y hueso que cuidarías: samaritanas del cariño que guardarías entre paños como oro puro…
Pero, al día siguiente, de madrugada, estarán ya las primeras levantando heridos, y a los muy malheridos, a esos que miran a lo lejos lo recóndito, sólo les rozarán, un momento, al pasar, la mejilla.
 Rubén Lapuente Berriatúa
Publicado en el digital nuevecuatrouno el 28/04/2020 y en el diario La Rioja el 10/05/2020

lunes, 4 de mayo de 2020

LA TRISTEZA



A veces
llega la tristeza
tan sola
que la dejo un momento
pasarme su mano de bruma
sobre mi vida:
Ésa que aún uno
no sabe del todo
de qué va
Llega de improviso
y notas que va devanando
en la rueca del corazón
un hilo triste
de mirada clavada en la lluvia…

Es la tristeza
La que te hace creer
que el mar ya no te mira
o que el ocaso
te cierra su abanico
de rojo rocío
A veces te hace creer
que la piel ajada
ya nunca te sabrá
a terciopelo ardiente
o te murmura:
oh qué hubieras hecho
sin el miedo…

Es así
Yo la he visto llenar
los bolsillos de mi madre de piedras
y sumergida
en sus aguas grises…
verla dormida soñar llorando!

Pero a veces
la tristeza
al filo de una cálida
voz de mujer
del fondo de la casa:
hoy de ropa tendida en peligro
se despabila
se viste en un santiamén
con tu mismo traje de faena…

Y es que no es tan mala chica
conmigo
                     Rubén Lapuente Berriatúa