RECITALES Y ARTÍCULOS

miércoles, 24 de enero de 2018

SÍNDROME DEL TÚNEL CARPIANO

                                             
 
             De los malabares
con una tijera y un peine
vive mi peluquera
Yo  
como si el espejo
de la peluquería
fuera la pantalla de un cine
me recreo viendo esa película
con ella de actriz
protagonista
y conmigo
de simple comparsa:
Y me levanta olas de cada greña
Les corta su pizca rebelde
Sabe por dónde se traza
la raya de mis crenchas
A qué altura
se suicida mi flequillo
Y mete en vereda
cada uno de mis mil y un 
vagabundos cabellos…
Y todo mientras
a mi espalda
una cálida brisa femenina
de aroma de peluquera
del fondo de su ser
no sé cómo me envuelve
no sé cómo se me clava tan hondo
Luego busca
en los ojos míos del espejo    
su oficio    mi asenso fiel…
Y furtiva
Oh
deja caer como muerta
la mano de la tijera
agitándola
cómo si viviera
otra vida
cómo si quisiera espabilarla…

“Me cruje como hojarasca” me dice
 en voz baja

Ahora está herida
Tiene la muñeca abierta
La dueña me dice que
“padece síndrome del túnel carpiano:
una secuela natural
de los gajes de este oficio…”
¡Será farisea!
Si bien sabe que casi
todo viene de mil horas de más
sin trueque    sin tregua
De la ansiedad
de que tras la puerta
le oyera el rumor de su rama rota…

Ahora
Sabedor de su calvario
Paso a veces
Miro por la luna del escaparate
si ya ha vuelto
Añorando volver a ver
a mi peluquera estrella
envuelto yo en su mágica
nube de afeite
surcando mis cabellos
con las velas
del dolor de su tijera
con su chasquido
de timbre con la campanilla rota
                         ©Rubén Lapuente

BOLERO

                                     
                        “No sé por qué le quiero tanto
si me cita en el fondo del sueño
Vuelan las luces de la mesilla
sobre mis párpados cerrados
y  ya él juega con un mechón
de mis cabellos de rienda
para llevarse a la boca
mis sumisos labios rojos
Me llama escondido lucero
Pequeña llama de amor puro
Luciérnaga de su penumbra…
En el amor me desnuda despacio
como a un niño medio dormido
Me ama como en la guerra
el último panecillo blanco
Y de atizar tanto en el sueño
el rescoldo de las caricias
calada de amor despierto…
A la mañana
cada  gota de agua que  
rueda sobre mi piel
es un río de fiebre en celo
En el remolino de la taza
del café del desayuno
abstraída busco algún gesto
igual en mi memoria
tal vez ese mismo fulgor
fuese antaño de algunos ojos
que ya he olvidado…
Un par de grageas impacientes
me adelanta cada noche
en la ventana de mi alcoba
a esa pálida luna de sueño…”
-me decía-

Somnolienta de amor en bruma
Preludio de esos largos bostezos
En el espejo retrovisor
apresuraría su aderezo
de raudal de arrebol en los labios…
porque de la berlina la sacaron
entre un amasijo de hierros
con una sonrisa  de pasión detenida
con un hilillo de sangre de carmín rojo
con los ojos dulcemente cerrados
No sé por qué le quiero –me decía-
si me cita siempre en el fondo del sueño…
                   ©Rubén Lapuente

domingo, 14 de enero de 2018

LOS DIBUJOS DE LOS NIÑOS EVACUADOS SOBRE LA GUERRA


                   
            La guerra sabe que los niños
viven dentro de una barraca
Que son de carne
de esponja de un mar inocente
Lo sabe cuando hace sonar
la sirena   cuando les hace
bajar a trompicones
las escaleras del refugio
cuando deja caer las bombas
cuando les miente su madre
cuando la maleta enseña la prisa
y en el autobús  en el tren  
en el barco  vuelven la mirada
hacia el paraíso roto de su barrio…
Lo sabe
Y les requisa la infancia
Les cierra el cuaderno
de sus días azules
Y también sabe que volverá
a destiempo
a esa otra guerra callada
de lejanos zumbidos de aviones
pero cruzando el barro de la lluvia
de sus sollozos en el sueño…
Oh  La guerra:
Esa cuchilla
hendiendo la carne débil
y sagrada que es un niño…
lo sabe

Pero en las colonias probaron
a sacarles esa morralla de adentro
Tenderla sobre el raso blanco
de una hoja de papel
para verla después retorcerse
a la luz     como esa larga
agonía de los peces
fuera del agua...

“Yo he pintado un bombardeo en la cola de la leche
Yo un edificio en llamas de mi calle
Yo el día de mi evacuación corriendo al refugio
Yo los camilleros con su ambulancia de cruz roja
Yo un campamento de milicianos
Yo a la gente levantando el puño a los aviones
Yo a mi padre cuando volvía a casa
y corría a abrazarle y a registrarle los bolsillos…”


Fue la terapia
de baldear del pozo sagrado
desde donde mira un niño
ciegas alimañas escondidas
Dibujos de los niños evacuados
sobre la guerra
Garabatos de cuya piel
de grafito en el papel ya amarillento
aún vuela el vaho del dolor
                  ©Rubén Lapuente 

                                   

                                       
                                         

                           



SOLDADITOS

                                     
           
            ¿De dónde nace la tristeza, hijo?
Hasta la muerte mira de otra manera.
Fue antes del cuento que teje
su red de sueño inquieto.
Antes de subir al traqueteo  
de la camilla del pavor.
Pero si te recuerdo así, hijo,
remueves el fondo de mi vida.
Y estas palabras, no son para ti,
tú, que saliste a flote
de aquel pabellón
de malheridos soldaditos:
“Suero de luciérnaga,
avenida de luz en las venas…”
te decía , llevando
de liana en liana
aquel leal cíclope de goma
con el que sellamos
una alianza de sangre.

Estas palabras no son para ti,
ni para mí tampoco, hijo,
que me daba vergüenza
que me vieran tan débil.
Son para esas mujeres
de ojos como lobas heridas
que por aquellas habitaciones
entre palanganas de orina
enferma de niño,
y tibias esponjas teñidas
veían caer a sus soldaditos,
que eran como tú.

De la angustia de tocar
el desorden de un cuarto azul,
de atreverse a borrar en la pizarra
un último monigote,
nace la tristeza, hijo.

La vida es una alimaña ciega.

¡Y nunca podremos vengarnos!
                                     ©Rubén Lapuente

miércoles, 3 de enero de 2018

DESAHUCIO

                                     
                               
                                     ¿Garantía?
Hijo, sólo tenemos esta casa
Aunque con tal de verte salir adelante.
Es un buen producto.
Con maquinaria moderna,
fieles trabajadores,
una buena imagen…
el éxito lo tienes asegurado.
Hasta yo podría ser el Presidente de Honor.
A mis años, sólo a figurar, ¿eh?, no te creas…
Y le daría el aire a ese viejo traje del armario.
Claro que te avalaríamos, hijo.
Con tal de verte salir adelante.

¿El producto? ¿De dónde?
¿Más barato? ¿La mitad de la mitad?
Oh estas espigas de Oriente.
Siempre tan tozudas
Hasta dando cabezadas
las muy puñeteras
siguen bregando y bregando.
Pero entonces,
si el dinero está en algo
que no se mueve…
no habrá liquidez, no, hijo?
¿Y los plazos? ¿Los intereses?
Habla con el banco, un aplazamiento…
¿Qué no te lo dieron?
Oh, Dios mío ¿Entonces…?
¿Desahucio? ¿La casa?
¡Ah ¡  Firmé una carta, sí.
Pero a mis años,
no quise acabar de entenderla del todo.
Es que no sospechaba nada
No nos dijiste nunca nada
¿Entonces? 
¿Pero, y a tu madre,
cómo se lo dices?
Oh, no, no, no te preocupes,
ya lo hago yo.
Siempre hay una manera
de suavizar las cosas,
aunque son demasiados recuerdos
para ella
y abandonarlos
 así, de golpe…
¿Y ahora?
¿Qué vamos a hacer?
Podríamos irnos
los tres,
a un apartamento pequeño,
sin gastos.
Apoyarnos.
Mi pensión, ya sabes, es tan…
Ah, que te vas de la ciudad.
Claro, lo entiendo, hijo.
Empezar de cero:
Otro lugar, otra gente, sin ataduras.
Aún eres joven.
Seguro que encuentras algo.
Ya nos llamarás.
Lo malo es tu madre.
No, no te preocupes,
ya se lo digo todo yo.
Siempre hay una manera
de suavizar las cosas.
Aunque para ella
son demasiados recuerdos
para abandonarlos así
tan de repente
y tú, aunque la conoces bien,
tú no sabes lo que puede ser el espanto
en ella
Pero haz tu vida, hijo, haz tu vida.
Ya nos apañaremos como sea.

 ¡Con tal de verte salir adelante!
                           ©Rubén Lapuente   
                                dos voces tras la pared
                                Logroño 3 de abril de 2008

CARTA DE LA NOVIA DE UN SOLDADO EN AFGANISTÁN

                                                 
                                 "La tierra no es tan pequeña
que se lo pregunten a mi corazón
que se pierde por estos viejos
mapas de casa
buscando Afganistán
Te vas a ir muy lejos
adonde no te espera nadie
¿Quién puede creerse
que vas en misión de paz?
¿Quién en ayuda humanitaria?
¿Qué se puede reconstruir
en un avispero?
Serás un uniforme
con una enseña roja y gualda
cosida al brazo
sin rostro
sin ternura
¿Te imaginas vivir
sintiéndote dentro
de la mirilla de un arma?
Serás un invasor

Y de la ocupación
nacerá el odio
la dignidad
la paciencia
la resistencia sorda y tenaz:
Esa indestructible arma
Y tú entraste al ejército
para ganarte la vida
no para perderla
encubriendo una venganza infinita
de esa cabeza de lobo
enconada con el mundo
que me obliga a vivir
esta historia de amor
de la novia de un soldado
herida

Y ahora no sé a quién me van a devolver
Acabarás entrando en las casas
buscando terroristas
¿Y si te encuentras sólo
con juguetes
con pequeños zapatos
con manecitas de tiza en las pizarras?
¿A quién me van a devolver
conociéndote yo?

Estoy preparando mi corazón
para estos meses
Cada día será una pesadilla
esperando un mensaje en la noche
Yo sólo podré acompañarte
por detrás de ti
respirando en mi ensueño
muy hondo
la estela de miedo que dejes”
                              ©Rubén Lapuente
                               Logroño 13 de Junio 2010