De los malabares
con una tijera y un peine
vive mi peluquera
Yo
como si el espejo
de la peluquería
fuera la pantalla de un cine
me recreo viendo esa película
con ella de actriz
protagonista
y conmigo
de simple comparsa:
Y me levanta olas de cada greña
Les corta su pizca rebelde
Sabe por dónde se traza
la raya de mis crenchas
A qué altura
se suicida mi flequillo
Y mete en vereda
cada uno de mis mil y un
vagabundos cabellos…
vagabundos cabellos…
Y todo mientras
a mi espalda
una cálida brisa femenina
de aroma de peluquera
del fondo de su ser
no sé cómo me envuelve
no sé cómo se me clava tan hondo
Luego busca
en los ojos míos del espejo
su oficio mi asenso fiel…
Y furtiva
Oh
deja caer como muerta
la mano de la tijera
agitándola
cómo si viviera
otra vida
cómo si quisiera espabilarla…
“Me
cruje como hojarasca” me dice
en voz baja
Ahora está herida
Tiene la muñeca abierta
La dueña me dice que
“padece síndrome del
túnel carpiano:
una secuela natural
de los gajes de este oficio…”
¡Será farisea!
Si bien sabe que casi
todo viene de mil horas
de más
sin trueque sin tregua
De la ansiedad
de que tras la
puerta
le oyera el rumor de su rama rota…
Ahora
Sabedor de su calvario
Paso a veces
Miro por la luna del escaparate
si ya ha vuelto
Añorando volver a ver
a mi peluquera estrella
envuelto yo en su mágica
nube de afeite
surcando mis cabellos
con las velas
del dolor de su tijera
con su chasquido
de timbre con la campanilla rota
©Rubén Lapuente