RECITALES Y ARTÍCULOS

domingo, 29 de julio de 2018

PIRÓMANO


¿Qué se esconde en el pecho
de una hoguera
que a tantos fascina y,
a veces,
a algunos enloquece?
¿Todo surge de la llama
de un fósforo que un día
enciende la mano de un niño
y que, al aventarla,
mágicamente,
le hace clavar sus ojos
en ese hipnótico
fuego de zafiro?
 ¿O ya viene todo
empaquetado
en el maldito azar
del abrasado ramaje de la sangre?
Aquí no hablo de un incendiario,
de ese asesino de la tea,
que compra y vende fuego,
que sale canalla al monte
cuando el viento cálido arrecia,
cuando amarillea el estío,
y bajo los pies, le restalla la rama.
Esa rapiña que vuelve ya
a un paisaje de pavesas y,
sobre su hazaña,
sobre el dolor de los demás,
miserable, largamente orina.
Aquí hablo de un magnetismo,
de una cabeza en llamas,
de un ludópata del fuego,
de un canalla enfermo
que ha mirado siempre
con luz de barrena la lumbre,
que no conjura,
que sale al monte iluminado
por una voz de fuego,
que se sube al mirador del alto cerro
a contemplar cómo salta
su fogata de copa en copa…
Y espera allí,
el ulular de las sirenas,
las espadas de agua,
los calderos alados… ¡Dios mío! :
¡Su velada con música
del crepitar de las llamas!
  ©Rubén Lapuente

lunes, 16 de julio de 2018

BELLO DOLOR


Lo estoy viendo nacer.
Oh venero del dolor.
Casida del llanto.
Oh joven mujer  
que siempre, temprano
y a solas,
nos damos
los buenos días.
Que toda hecha bruma
deja el obrador
y se me acerca
despacio,
muy despacio.
¡Oh! ¡Dios mío!
¡Qué alud me viene!
¡Qué marea!
¡Qué ojeras de mar
de amor herido!
Y qué me importa a mí
si de amor huido muere.
¡Oh pulgares míos
descorriendo sus lágrimas!
¡Que me ha elegido a mí
para enjugarlas!
A mí.
Al pañuelo del recodo
de mi pecho.
Sí. Qué es a mí
a quien clava
este bello y dulce
dolor mojado!
                 ©Rubén Lapuente

domingo, 8 de julio de 2018

AROMA ERRANTE

                     

         En esta noche de julio
de añorada tormenta
Yo en el zaguán
de mi casa
Yo con la piel
rezumando
rocío de peces de verano
pescando
lunas de plata
voy atrapando
encelando
cada aroma errante
que despierta
que se pierde
tras la estela de la lluvia…
Y los llamo por su nombre:
Éste es de salvia mojada
A espiga malva de lavanda huele ése
Este aire pavonado de flores de sol
es del coral de mis santolinas
Perfume de oscura
miel de flor de brezo
me llega de debajo de los pinos
Olores de luz
de oro viejo de damasquina
me vienen del arriate
Y este último leve beso
es el de una rosa partisana
nacida
del pobre vientre
de mi estéril ribazo de arcilla…

Del balcón de la casa
me baja luego un olor distinto
un aroma
de entraña tierna
de secreto
en saquito de almizcle
dormido
a la sombra de un corazón
tan anclado a la tierra
que sólo lo despierta
para que nazca ahí mismo
sólo para perderse
tras la estela
de la añorada lluvia…
Y que reconozco
Y que respiro hondo
Y que lo llamo por su nombre:
Que te vaya bonito
aroma errante…

Amor mío
           © Rubén Lapuente