RECITALES Y ARTÍCULOS

viernes, 20 de diciembre de 2019

BOLÍGRAFO SOLIDARIO


Para la campaña un juguete una ilusión de este año, he comprado en Correos un bolígrafo solidario por cinco euros. Me dicen que la diferencia entre lo que vale y lo que cuesta fabricarlo, cuatro euros, vuela hacia esa infancia que no tiene Reyes, ni Papa Noel, ni nunca ha recibido un regalo, un juguete… Supongo que irán hacia esos mismos rincones de mugre del planeta que salen en los documentales o en los telediarios o en las revistas y desde la noche de los tiempos. Y ahora casi siempre junto al márquetin de ese ridículo galán o actriz de turno de Hollywood, repartiendo sonrisas ataviados ambos con esas insolentes ropas de explorador o de safari de diseño, y que realizan, un ratito, el más hipócrita papel protagonista de su vida…
Ahora lo que sí sabemos es el número de niños que son. Y cuántos caen por minuto. El progreso era esto: pura y dura estadística. Ahora la miseria da de comer a unos cuantos sociólogos. Pero bueno, mejor no lo estropeo del todo, mejor lo dejó así…
Yo llevo uno encima y algo nuevo vivo me roza. Lo dejo asomarse por el embozo del bolsillo de mi guerrera, como reclamo, y es como un faro que barre con su luz de pobreza nuestra indiferencia, nuestra ceguera.
En el espejo de su tinta, veo la manoseada sagrada niñez: a ese niño que patea como balón una lata oxidada, o a su imaginación que la hace también coche o vagoneta; o a la niña negra con pelo de oveja que caza de la brisa vagidos que dulcemente acuna. Y que soy yo, quién pone ruedas de tren o de bólido o muñeca de carne de trapo al vacío regazo ahumado de la niña, con todas esas barreduras que encuentran por sus calles todavía de tierra…
Y es que la infancia es una rueda loca de un coche girando patas arriba. Un balón cosido a patadas. La muñeca enseñando agotada el corazón de borra…
Pero en el espejo de su tinta, veo también que ellos siguen fértiles en piojos, con la misma mugre para sus adeptas moscas, con la loba malaria asaltando su indefenso corral, con alfabetos de tres letras en la sangre, de bienvenida, y soñando bajo cielos de lona caer la lluvia de nuestra rica miel… Y  eso que dicen que el mundo es un pañuelo…
Bueno, pero mejor no lo estropeo, mejor lo dejo así…
Por cinco euros…
¿No he hecho una buena compra?
                                 © Rubén Lapuente Berriatúa