RECITALES Y ARTÍCULOS

martes, 28 de enero de 2020

LA HABITACIÓN DEL HIJO


                                                a mi hijo Rubén
Son miradas
que nos hacen callar
Que lo dicen todo
Un día tenía que ser:
Las alas del hijo
Su vuelo alto y lejano

Por la puerta entreabierta
de su habitación
qué zarpazo
del silencio profundo
Cómo rasguña por dentro
esa franja de luz
Cuánta vida parada
en esa vislumbre fugaz

Se nos olvidaba  mujer
que ese trozo tuyo y mío
era nuestro dulce huésped:
vagabundo de su porvenir

Y ahora
nos acostumbraremos
a no oler su perfume 
de muchacho bueno
A no oír su voz templada
nunca por encima de un grito
¿Echaremos de menos
la sabiduría de su sencillez?
¿Y mis torpes manos
se apañaran sin las suyas?

He llenado dos copas
de ese dulce vino de orgullo
que achica además
la ausencia
Y contigo mujer
que te veo ahora
ordenando 
en su armario
la ropa que no se ha llevado
brindamos con miradas
que nos hacen
callar.
Rubén Lapuente Berriatúa

domingo, 19 de enero de 2020

LOBOS


Siempre lo parirá la sierra. Con esa lejana mirada de aviso, de amarga miel. Ha regresado a su refugio de estrellas, con el eterno pecado de aparecerse en la garganta de una oveja. ¿Cabe esperar otra cosa de un animal carnicero? ¿En tu casa dormiría el jilguero en el cubil del gato? ¿No es absurdo o sospechoso poner el grito en el cielo?
¡Ah! ¿Que las estacas y los alambres de los rediles son invisibles, son bardales de viento? ¡Ah! ¿Que el negocio no da para un pastor? ¿Me dices que en aras del beneficio, habría que acabar con el lobo?
Viene con la misericordia de un decreto sobre sus lomos que le vuelva a recortar en el ocaso del horizonte, su silueta. Pero, aún, cuántas camarillas de bar, cuántos sicarios le van dejando por los caminos una dulce carnada de muerte, como si no tuviera derecho a existir en su medio natural, libre.
 Y es que sólo mata por matar el hombre: ¿El peor animal sobre la tierra?
 Venía de amamantar un imperio, y la Caperucita Roja de Perraut  y de los hermanos Grimm, le hicieron un flaco favor feroz. Y después, otros, en infinidad de cuentos, novelas y películas, lo van paseando una vez al mes bajo el influjo de la luna llena, de sanguinario licántropo.
¿Sabes que el lobo ama a su hembra hasta la muerte, que son fuertes, nobles, inteligentes, solidarios? ¿Sabes que su manada es una escuela de vida, que los ejemplares más viejos y enfermos van los primeros en su peregrinar para no acabar rezagándose y perderse, que los más fuertes caminan por detrás al ritmo de ese digno y respetado cansancio de sus mayores?
Oh, ya quisiéramos tener para nuestra vida o recuperar, si alguna vez los tuvimos, esos valores eternos del lobo.

Cuando te pidan tus niños que les leas un cuento, donde diga lobo feroz o que viene el lobo, ¿por qué no te atreves a cambiarlo?
¿Qué tal sonaría, político corrupto o ruin banquero?

Sí, ha vuelto el lobo a la sierra riojana, desmitificarlo como animal sanguinario con la leyenda negra y falsa que aún subsiste, es una tarea difícil de ganar.
Dejemos al lobo existir en su estado natural. Dejémosle aullando en la noche, le da igual si no hay plenilunio, su misterio, su pureza.

Rubén Lapuente Berriatúa
publicado en el digital de la Rioja nuevecuatrouno 18/01/2020

domingo, 5 de enero de 2020

LA CAFETERA


                                  Si tocas tu sueño morirá (Pessoa)

Cada mañana
antes de entrar en el agua
le pongo al fuego la vieja cafetera
de aluminio
Y yo no sé
de dónde saca tanto olor
que me coge siempre
al otro lado del espejo
silbando alegre
al son de su bufido…

¿Pero de dónde vienes
tan íntimo como un beso aroma?
¿De pisar en el lagar de la noche
 racimos de luna negra?
¿De orear las sábanas mojadas
 de pubis trigueños vienes?
¿Del bronce del otoño
en los hayedos de Cameros?
¿De los ojos azabache de Teresa?

Me hueles
a aquella barca en el embalse
con la bancada rota
A madre en el balcón
soplándose los besos
o en la cocina
colando con una media de seda
el café de puchero
Me hueles
a una tarde de lluvia
en un bar
girando lenta del asa de una taza
esperando el desamor…

Cualquier día
en cualquier terraza
la vida
se sentará a mi lado
coincidirá conmigo
¿Y quedará algo más en el recuerdo
que un embriagador aroma
de tostada brisa de café?
     
Cuando me siento
a la mesa
disfruto cada mañana
viéndola beberse ese negro cuerpo
que le pongo al fuego
mientras
este lírico tonto de quimeras
como si creyera romperse
ese aroma del sueño de una taza
al bebérsela
como si lo mejor del placer
fuera sólo su preludio eterno
se desayuna
una dulce y triste manzana
costumbres
Ah pero con aroma de café
     © Rubén Lapuente Berriatúa