RECITALES Y ARTÍCULOS

viernes, 27 de septiembre de 2019

LA DANZA DE LOS ZANCOS DE ANGUIANO



Puedo soñar con ser, este último sábado de septiembre, el bisoño danzante de Anguiano, e inquietarme la víspera al tener alguna pesadilla o sobresalto: zarpazos que me vinieran de zancos agrietados  o de vahídos o de trompicones… el verme  de bruces sobre las piedras. Sí, soñar ser un joven de Anguiano, y que eso me llevara a una cita. Que me dijeran: “¿Qué? ¿Cuándo te vas a lanzar por la cuesta? Ya tienes edad.”
Sí, del patio de la escuela, a cruzar por esa prueba de paso a la madurez, como hacían en la antigua Grecia los niños en la ceremonia de uso de razón, ofreciendo sus peonzas a los dioses porque ya comenzaban su preparación para ser hombres… Soñar ser la peonza que bailaba un dios antiguo…
Puedo soñar ser el aprendiz de esos ocho jóvenes del puebloY plantarme en lo más alto del vértigo con la mirada perdida en los lejanos labios de mi padre: “Cuando te vea bajar me veré a mí mismo”. Y dejarme atar minuciosamente los zancos, mientras hago sonar las castañuelas para ahuyentar la ansiedad de ese puro escalofrío. Soñarlo, para ser una hebra más de ese largo zumbel de la sangre girando, que me uniera a esa ancestral danza… Y que aún no me tocara, y demorarme unos segundos viendo en las orillas y abajo de la empinada cuesta, el agobio de tanta mirada, de circo alguna, pero otras, sintiendo en su espalda punzar la memoria de siglos de un pueblo, me empujarían. Sí, puedo soñar abrir las alas de mis sayas… ¡Vertiginoso! ¡Girar y girar y girar…! ¡Verme casi volar! ¡Y no ver nada! ¡A nadie! ¡Desaparecer! ¡Oh, ser la peonza de un dios!
                        Rubén Lapuente Berriatúa
Publicado en el digital nuevecuatrouno de La Rioja 25/09/2018

miércoles, 18 de septiembre de 2019

AMARGAS UVAS



Ya está aquí septiembre: El de los racimos de uva madura. Ya están aquí los temporeros: inmigrantes vendimiadores… Ya vuelve a este pasaje entre dos calles de mi ciudad, junto a la estación de autobuses, la vergüenza de ir soslayando esa amargura del hombre tirada entre los brazos de la noche…
Aún creen que el corquete está ya afilado. Que bajo de cada viña colmada, espera una sedienta cesta de castaño.
Nadie les dice, que el paisaje del Rioja va cambiando en lomas preñadas de cepas en espaldera: ésas que parecen un ejército de crucificados. Esa vid, sin corazón,  que no necesita reverencia, tan sólo una tolva que ya lleva dentro el trajín de las manos de toda esa tristeza postrada en este pasadizo o en esa consigna de los aledaños de la vieja estación de autobuses, esperando, que al menos, pare una furgoneta, que haga sonar su claxon, que alguien, bajando la ventanilla, les lance al aire una cifra, que seguro será acompañada por esa torcida mueca que nace al morderse uno los labios…
Y los nadie, los dueños de nada, al remolque de uvas amargas, subirán.
©Rubén Lapuente Berriatúa
publicado en el digital nuevecuatrouno de La Rioja el 19/09/2019

sábado, 7 de septiembre de 2019

¡AMPARO!



¡Llámala!

Desde la calle…
¡Grita su nombre!
Ella está dentro de un vergel.
Siempre te oye.

¡Espera!
Que al paso de un aroma
la voz aquí
se entretiene,
se embriaga,
se pierde,
se equivoca de oído…

¡Llámala otra vez!
Estará tirando muy suave de una raíz.
Cribando la tierra
para ese tallo perezoso.
Dejando un punto de luz
de agua en cada hebra.

Ayer me trajo en su regazo
brotes de belleza:
Una altea, un lilo, un laurel…
Es Amparo.
La que sabe lo que arraiga.
La que tiene ese arrullo
saliendo de sus labios
o de sus manos,
tan mágico,
que doma lo verde,
lo hechiza.

Ah, pero no, no…
Deja, deja…
No la llames ya más.
Se habrá quedado dormida…

¿Sabes?
Un día la llamó el dolor…

Pero ahora de beber
del oro de los días,
se ha hecho de luz de cristal,
de agua pura:
transparente.

Ayer me dijo que la vida
es ver crecer lo que amas.

Oh, déjala que duerma.
Déjala que siga trepando
por la eterna enredadera
de su sueño!

©Rubén Lapuente Berriatúa
El Rasillo de Cameros(La Rioja)

domingo, 1 de septiembre de 2019

MARIAMOR O EL SOL DEL MEMBRILLO



Bajo un cielo de mil frutales ramas de la Vega del Iregua, va y viene la riojana Mariamor. Para ella serán sólo manzanas, ciruelas, melocotones, nectarinas…, pero para otros, pequeños dulces planetas, coronándola, rondándola, esperando caer de la rueda de su mano al remanso del frutero de su falda, al reclamo luego de unas cajas apiladas en la carretera junto a la rotonda camino Alberite, hasta acostarse en el tenderete del zaguán de su casa con la puerta de hierro siempre entornada y morir finalmente en el árbol de la sangre de las venas de todos los afortunados que la hemos encontrado, conocido, saboreado en su inmaculada fruta…
Pero ella está en otra cosa: está a lo suyo: a escoger, a pesar, a vender su cosecha, a ganarse la vida. Ella no sabe que, bañada así, por tanto perfume de la bodega de la tierra riojana, la ves más sencilla, más clara, más hermosa, más Mariamor…
Al irme, me regala un membrillo: Ese que tiene las ventanas abiertas. Que lleva dentro un sol ardiendo.Para perfumar el coche”- me dice.
Sé de su leyenda, del mordisco en su carne amarilla de las antiguas novias griegas, para entrar en ese lecho nupcial de ardientes sábanas de luna con la boca llena de perfumados besos…
Y para beberme la esencia única de ese dorado incendio y se pierda por todos los rincones de mi cuerpo, levanto el pie del acelerador y a la vez cierro un instante los ojos…
 De Lardero a Cameros voy tirando de un hilo de rubia luz de sol de membrillo. Voy destejiendo la madeja de un corazón hecho del perfume de la bodega de la tierra, el de la riojana Mariamor: La que va y viene de la vega del Iregua…
La que está en otra cosa.
©Rubén Lapuente Berriatúa
 Publicado en el diario La Rioja el 10 de Agosto de 2019