RECITALES Y ARTÍCULOS

domingo, 28 de octubre de 2018

ATADURAS

               Si no me llamaran desde la debilidad:
              Centinela que soy del dolor
              cercando el redil de sus frágiles huesos
              Si el ala de la muerte de mi madre
              no rozara ya nunca más mi sueño:
              Si no tuviera que ayudarla a subir
              los últimos peldaños de la madrugada
              Si en la larga fila de la calle
              no buscara algunos ojos perdidos
              Si ya no levantara la mano
              para alistarme en tu miedo
              Si no me persiguiese la mirada
              de la niña en el espanto
              Si al verme no me leyeran
              en la frente sublevado

              Podría morir

                        ©Rubén Lapuente



domingo, 21 de octubre de 2018

OTOÑO EN CAMEROS



“¿El otoño? Es algo más arriba. Sí. Sí. Por este mismo camino. Pare el coche antes de llegar a la ermita de Lomos de Orio. Por ahí cerca de un acebo tiene él su aldaba dorada. Ah, pero hoy no llame, que ha dejado la puerta entreabierta. Anda tan atareado rociando todo de ámbar, subiendo tanta savia de topacio a las hojas que de tanta ida y venida sólo saldrá a recibirle el vaivén de su mecedora. Pero no tenga vergüenza, entre y vístase con su ropa. Tome de su taquilla su buzo de tímido camaleón. Su pala y su escoba de abanico écheselas al hombro, que disfrazado así de jardinero del otoño, le será más fácil desaparecer en esa lenta y dulce y bella agonía amarilla ¿No ha venido a eso? Ahí todo está muriendo. Todo cae tan milagrosamente en su lugar exacto,  que tan sólo, por si acaso se cruza con él, haga como que  llora por un ojo, como que arrastra unas hojas que se han salido del camino… Y no se pierda el lento viaje de ninguna. Todas, hágalas suyas. Caen sobredoradas sobre sus deseos o sobre sus sueños rotos. Decore el cielo de sus párpados con esa estampa, más bella si la rescata mañana su soledad, o su emoción o su resol de muerte…Ah, pero no se demore mucho. No quiera anclar del todo el corazón a ese noray del muelle del otoño, que aquí la belleza en carne viva acelera ese pequeño temblor de estar vivo, enfermo de vida, en este rodar silencioso de los días sin dioses…¿me entiende? Cuando salga del bosque, que sea al atardecer, bajando, hile de soslayo los mil guiños del sol entre las hayas…Por el camino, su berlina irá dejando -usted no lo verá- una estela fatigada de oro”
                                           ©Rubén Lapuente                       

miércoles, 10 de octubre de 2018

PIRATAS EN EL BALCÓN


Del mar
sólo recuerdan bien
su saliva de plata en la arena  
que fueron los reyes
de la orilla
Ahora les basta
con llenar de agua
el barreño
del balcón
para imaginarse
en un
plis plas
todo el piélago
del planeta
Yo
de mi pobre astillero de cartón
he botado un par de barcos piratas
para sus niñas
manos
timoneras
para la dulce
marea de la tarde que declina…

Y cada uno
va
y  juega
a su modo:
El uno  
a lo del abordaje
a arramblar
de un galeón español
todo su oro de Indias
El otro
dibuja torpe
de mascarón de proa
una sirena
que sabe
de mis labios
una fábula de marineros
en donde
su bello canto
desbrava la tempestad
y arrodilla
                 la galerna…

Y si uno atisba
una isla desde la cofa
donde enterrar
un tesoro
el otro
también gaviero
del palo mayor
pero aprendiz de poeta
hace como que
varea el haya de otoño del cielo
bogando  luego
por entre
la lluvia
de hojas
amarillas
que caen de las estrellas…

Los dos
sobre la pasarela
son piratas de guiños
de alfanje al sol
bajo la que
tragaldabas hordas de tiburones
chasquean
sus afilados dientes
reclamando
su jugosa merienda…

Luego a la noche
de tan cansados
dejan que el corazón
les siga leyendo
el libro de cuentos
que se les escurre de entre los dedos
y que yo  su capitán
arrío  
como en la tormenta
del sueño  
                   las velas
           ©Rubén Lapuente