La guerra sabe que los niños
viven dentro de una barraca
Que son de carne
de esponja de un mar inocente
Lo sabe cuando hace sonar
la sirena cuando les hace
bajar a trompicones
las escaleras del refugio
cuando deja caer las bombas
cuando les miente su madre
cuando la maleta enseña la
prisa
y en el autobús en el tren
en el barco vuelven
la mirada
hacia el paraíso roto de su
barrio…
Lo sabe
Y les requisa la infancia
Les cierra el cuaderno
de sus días azules
Y también sabe que volverá
a destiempo
a esa otra guerra callada
de lejanos zumbidos de
aviones
pero cruzando el barro de la
lluvia
de sus sollozos en el sueño…
Oh La guerra:
Esa cuchilla
hendiendo la carne débil
y sagrada que es un niño…
lo sabe
Pero en las colonias probaron
a sacarles esa morralla de
adentro
Tenderla sobre el raso blanco
de una hoja de papel
para verla después retorcerse
a la luz como esa larga
agonía de los peces
fuera del agua...
“Yo he pintado un bombardeo
en la cola de la leche
Yo un edificio en llamas de
mi calle
Yo el día de mi evacuación
corriendo al refugio
Yo los camilleros con su
ambulancia de cruz roja
Yo un campamento de
milicianos
Yo a la gente levantando
el puño a los aviones
Yo a mi padre cuando volvía a
casa
y corría a abrazarle y a
registrarle los bolsillos…”
Fue la terapia
de baldear del pozo sagrado
desde donde mira un niño
ciegas alimañas escondidas
Dibujos de los niños evacuados
sobre la guerra
Garabatos de cuya piel
de grafito en el papel ya amarillento
aún vuela el vaho del dolor
©Rubén Lapuente
Hermoso testimonio. Para quienes hemos dedicado nuestra vida a los niños y la enseñanza adquiere una dimensión especial. Es tremendo todo lo que sabe la guerra, pero también lo que no sabe y que nos descubren las pinturas y los relatos infantiles. Fantástico y necesario en este lento proceso de toma de conciencia. Salud.
ResponderEliminarFueron niños de nuestra maldita guerra civil. Dejar en un papel lo que nos duele, es una buena terapia. Lo sé por experiencia. Sacar del fondo anegado de uno lo que nos duele y verlo a la luz del mediodía es una buen cura.
ResponderEliminarRubén me han llegado al alma éste y muchos de tus poemas, es un placer saber de ti y leerte, quizá no me recuerdes, seguía tu blog hace como unos casi 10 años, ahora tengo 31. Siempre agradecí te tomaras el tiempo comentarme ya que te admiraba mucho y mira que eso no ha cambiado. Me alegra muchísimo que sigas escribiendo, te mando un fuerte y amoroso abrazo.
ResponderEliminarGracias Myrta, claro que te recuerdo, tu blog punto y seguido, tus comentarios tan de alguien que se dejaba querer.Alegría a raudales me has dado al aparecer por aquí.No te había olvidado. Ojalá la vida te sonría.
EliminarUn beso