RECITALES Y ARTÍCULOS

domingo, 21 de octubre de 2018

OTOÑO EN CAMEROS



“¿El otoño? Es algo más arriba. Sí. Sí. Por este mismo camino. Pare el coche antes de llegar a la ermita de Lomos de Orio. Por ahí cerca de un acebo tiene él su aldaba dorada. Ah, pero hoy no llame, que ha dejado la puerta entreabierta. Anda tan atareado rociando todo de ámbar, subiendo tanta savia de topacio a las hojas que de tanta ida y venida sólo saldrá a recibirle el vaivén de su mecedora. Pero no tenga vergüenza, entre y vístase con su ropa. Tome de su taquilla su buzo de tímido camaleón. Su pala y su escoba de abanico écheselas al hombro, que disfrazado así de jardinero del otoño, le será más fácil desaparecer en esa lenta y dulce y bella agonía amarilla ¿No ha venido a eso? Ahí todo está muriendo. Todo cae tan milagrosamente en su lugar exacto,  que tan sólo, por si acaso se cruza con él, haga como que  llora por un ojo, como que arrastra unas hojas que se han salido del camino… Y no se pierda el lento viaje de ninguna. Todas, hágalas suyas. Caen sobredoradas sobre sus deseos o sobre sus sueños rotos. Decore el cielo de sus párpados con esa estampa, más bella si la rescata mañana su soledad, o su emoción o su resol de muerte…Ah, pero no se demore mucho. No quiera anclar del todo el corazón a ese noray del muelle del otoño, que aquí la belleza en carne viva acelera ese pequeño temblor de estar vivo, enfermo de vida, en este rodar silencioso de los días sin dioses…¿me entiende? Cuando salga del bosque, que sea al atardecer, bajando, hile de soslayo los mil guiños del sol entre las hayas…Por el camino, su berlina irá dejando -usted no lo verá- una estela fatigada de oro”
                                           ©Rubén Lapuente                       

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