Verle así: manejado, lapidado, jirón
de otro jirón de su carne
que desde unas cuencas anochecidas
mira, duele, duele mucho.
Si mal rival es la muerte: Ciega
lombriz devorando la frescura,
perjurio de la vida, sicario
fanal de uno mismo que vuelve buitre al ruiseñor de las venas, mucho peor es
agotarle de hacerle vivir.
¿Para llegar a ser un perfil
deforme, monstruoso, de iguana clareándose
entre los ya débiles librillos de vida que aún le cuelgan, tanta lucha inútil, tanto
sufrimiento?.
Añorar poder ser como los
bígaros que se meten dentro de su concha, dentro de su sombra.
©Rubén Lapuente Berriatúa
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