RECITALES Y ARTÍCULOS

miércoles, 8 de diciembre de 2021

 


Hay cosas que crecen todos los días. Que se hacen de la medida de un gigante. Que se apropiaron de alguien cercano, querido, familiar. Que tomaron su forma, pero que al quedar huérfanas de su hueco, aciagas, empezaron a desfigurarse, como esta silla, sostén del cansancio de una vida final anclada en torno a un velador.

Le veo ahora ese alabeado en la celosía de tallos del asiento que le da zozobra, y me rasguña el estómago, me desasosiega.

Sin decirle nada a mi mujer, que veía en ese maltrecho asiento el hueco de su sangre, la cambié de sitio. La llevé a esa sombría habitación de la casa donde se amontona el olvido. Pero su oscuro fardel de inquieta ausencia, al esconderla, se hacía más lóbrego, más deforme, lo llenaba todo.

Si hasta pasaba absurdamente de puntillas al cruzar por esa puerta.

La otra noche, muy en secreto, la bajé a la calle, la abandoné junto al contenedor de la basura, al lado de un colchón que olía a pobreza, y de una butaca agotada también de resistir el peso de otras vidas… 

 

Creía irme ya libre, cuando tras mi espalda, el clamor del silencio de una saeta a desamparo con nombre de mi mujer, me alcanzó.

Y tuve que pararme. Girar la cabeza. Enseñarle mi encogido perfil…

 

Y sin querer volver, volví, volví  tras mis pasos…

Rubén Lapuente Berriatúa

publicado en el diario La Rioja 7/11/2021 

1 comentario:

  1. Las cosas que nos acompañan cobran vida propia y, como con cualquier vida, es difícil renunciar a la de esas felices cosas... Magnífico. Salud.

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