RECITALES Y ARTÍCULOS

sábado, 30 de octubre de 2021

DOCE CUERDAS

Ahora ya no lo veo sórdido, barriobajero, como de camorra a la puerta de una discoteca. Había visto el mismo coche aparcado varios fines de semana, en un escondido sendero que conocía muy bien. Y en un pequeño claro del bosque, bien resguardado de las miradas por un cinturón de maleza (se oía el rumor del río), allí estaban, con el torso desnudo, dos jóvenes en un improvisado ring, pero sin sus cuatro esquinas, ni sus doce cuerdas, sólo con la ley del ala del cuchillo en las manos de los brazos de un tercero, imparciales, sabios, que entremetiéndose entre ellos, los domaba, los separaba, les reprendía, hasta que sonaba el gong del reloj de su muñeca, que a mí me parecía el nuevo trino de un insólito pájaro...

Y a los dos, entreverados a través de una celosía de hojas y ramas, en los visos de sus músculos tallados a machamartillo con buril de renuncias, los veía como a dos juncos de río cabeceándose, como en el baile de la sombra en la pared de dos perspicaces llamas de una hoguera, como si pugnaran dos vientos por aventar una goleta…

Y no, no era una pelea. No había odio. Ni cuentas pendientes. Ni corona de laurel. Ni cinturón dorado. No había rubia platino en la silla de la arena verde. Nadie jaleaba. Y me arranqué de los ojos los prejuicios. Dirimían arte en el baile. Eran príncipes de la finta. Uno con la plasticidad de una mariposa. A veces danzaba en círculos como un ave de rapiña, altanero, bajadas del todo las defensas. Fajador el otro, encerrado en la guarida de su guardia. Y como con metro amarillo medían distancias. Maestros en la estrategia de esquivar el dolor, de cazar el flanco desnudo, de esperar el momento de un gancho, de un crochet, de un directo…

Hasta el volteo de la quijada de uno besando la lona de yerba, da igual cuál, para levantarse, para ponerse otra vez de pie, otra vez en guardia…

Otra oportunidad. Como en la vida.

Y en el sudor de sus espaldas, como en la piel del río, la tarde vencida tiraba a dar relumbres de plata, inexplicable belleza.

Rubén Lapuente Berriatúa

publicado en el diario La Rioja el 26/09/2021

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