¿Te gustó el vino que labré
grano a grano de mi viñedo?
¿Lo saboreaste como yo te dije
recordando su paisaje?
Pero no sólo de aquel que viste
desde el altozano, al final del
estío,
cuando las vides, colmadas
de racimos de uva, desfilaban
vanidosas sus collares
de pequeños soles de negra
lumbre:
el que tenía la sangre
cansada de belleza;
sino también del otro olvidado
:
aquel del frío invierno,
cuando las desnudas cepas
se retorcían centinelas
de vacíos odres que la nieve
lavaba,
con esa soledad y angustia
de la que sólo pueden salir
curvados sueños
de náufragas duelas de vino:
granadas añadas de rojo
terciopelo…
¿Y si lo retuviste un momento
en el cuenco de tu boca,
le sumergiste además
de su almazuela de coral de
otoño,
la infinita soledad helada
de su corazón dormido
bajo las cepas?
¿Te acordaste?
©Rubén Lapuente
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